El catedrático de antropología J.A. González Alcantud publica un interesante artículo en un congreso celebrado en Italia.
«Teatro ritual, espacio público y movimiento social. El caso de Macael (Andalucía), 1990-2020» es el título de un artículo científico, obra de JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ ALCANTUD[1], presentado en la Conferencia Internacional sobre Antropología celebrada en Palermo (Italia), en noviembre del 2021. En él, repasa la experiencia de la Recreación Histórica “Canteros y Caciques en la Lucha por el Mármol”, que se celebra en Macael, desde el año 2017.
Según el profesor González Alcantud, el teatro y la teatralización han sido siempre elementos determinantes en la presencia de los movimientos sociales en la “esfera pública”, utilizada como espacio de notabilidad, publicidad e influencia. Esta presencia podía significar fácilmente un estallido social, sostenerlo, prolongarlo o recordarlo. La memoria colectiva y social se activa ritualmente con el teatro. El espacio urbano donde se desenvuelve la esfera pública es esencial, porque es la base material del recuerdo. Un relato antropológico al poseer un nudo dramático basado en los movimientos sociales se convierte en un ritual emergente.
En los años 80, el profesor González Alcantud recibe el encargo de reconstruir la historia del movimiento social de canteros en Macael. Un trabajo a medio camino entre la historia –de archivo y oral– y la antropología clásica.
Según este estudio, tres características presentan la etnografía del cantero macaelense: la dureza del trabajo, el orgullo artesanal y la organización societaria.
El nudo narrativo era el siguiente: las canteras desde tiempos inmemoriales formaban parte de los bienes comunales o de propios del pueblo. Un momento mítico había sido la concesión de las canteras al pueblo por parte de los Reyes Católicos a fines del siglo XV. Y así habían permanecido a lo largo del tiempo: quienes las explotaban pagaban un aforo al ayuntamiento, por el derecho a extraer de ellas el mármol. Sin embargo, ya a finales del siglo XIX, el recurso se hizo goloso, y los principales industriales locales quisieron hacerse con su propiedad en exclusiva. Ahí, comienza la lucha por la apropiación privada de unas canteras, que históricamente eran propiedad comunal. La lucha por la propiedad de las canteras comienza en su fase más aguda en 1919, y dio lugar a un largo pleito jurídico, que no se cerraría hasta 1947, atravesando la Restauración, la Dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y el período franquista de la Autarquía.
Los resultados se publicaron en un pequeño libro editado en 1990 por la Diputación de Almería.
En el año 2016, el profesor González Alcantud se sorprende, al recibir una llamada telefónica, desde el ayuntamiento de Macael, pidiéndole autorización para una de las cosas más extrañas que, según él, un antropólogo puede encontrar: representar Canteros y caciques en la lucha por el mármol, mi libro, por parte del pueblo de Macael.
Cuenta como el Ayuntamiento de Macael quería celebrar el fin el «pleito de las canteras» en 1947, pues hacía setenta años, que sentenciaba que las canteras del mármol eran de propiedad comunal.
Le invitábamos, además, a asistir a la representación colectiva, que pretendían que fuesen una suerte de fiestas populares, y le proponíamos reeditar el libro. Lo cual fue una doble satisfacción para él, que no había vuelto a visitar Macael desde el año 93.
Cuenta que quedó sorprendido por la expectación que había en la presentación de la reedición de su libro en la plaza del ayuntamiento, y una larga fila de personas, como él nunca había tenido la oportunidad de ver, se situaron para que se les dedicase y firmase en ejemplar.
Empero, lo realmente importante de la jornada fue el teatro que se pondría en escena con posterioridad al acto de la plaza.
En el artículo describe escenográficamente el espacio: “Se trataba de un lugar periférico, en las afueras del núcleo urbano, donde se iniciaba el camino de las canteras. Allí se había instalado, una serie de casetas, que reproducían diferentes ambientes o atmósferas de la época del pleito de las canteras. Una de ellas, recuerdo era la casa del pueblo, sede del sindicato de canteros y marmolistas. En la principal se escenificaban las escenas de la lucha entre caciques y canteros. Pueden imaginar la emoción del antropólogo ante aquella escenificación tumultuosa, que significaba la apoteosis de sus propios descubrimientos, produciéndose una suerte de fusión entre investigación y representación.”
Según cuenta, se producía una exaltación colectiva de un movimiento social, en el espacio público. Era el triunfo de una lucha social, que aún permanecía en la memoria colectiva, lo que se ponía en escena. En los orígenes del teatro, en la tragedia griega, la imitación (mimesis) es un mecanismo esencial, es la razón misma de la teatralidad: volver a vivir ritualmente lo que nos proyecta el mundo del mito. Es una recreación del mito mediante el rito. Pero la introducción de la “historia”, o el arte de contar lo verdadero, entra en colisión con la poesía que según Aristóteles «es más filosófica y doctrinal que la historia». En el ritual mimetizado nos queda la poesía de la narración. Es una suerte de síntesis emocional: ¡¡Las canteras son del pueblo!!, es el leitmotiv mítico-ritual.
Prosigue que para ello, el espacio urbano donde debe desarrollarse los ritos dramatizados debe ser verosímil, o incluso veraz. Deberá producirse en el lugar donde se desarrollaron preferentemente. El arte es la prueba viva y concreta de que el hombre es capaz de restaurar conscientemente, y sobre el plano de la significación, la unión del sentido, de la necesidad, del impulso y de la acción que caracteriza al ser vivo. La etno-escenología es una manera de hacer antropología “aplicada” en el ámbito amateur.
Y concluye: «Todo esto es el sentido de la recuperación de mi pequeño trabajo de campo en clave de teatro o fiesta popular, para celebrar una conquista social, que aún hoy día tiene trascendencia memorial. Lo importante de una performance colectiva, como la de Canteros y caciques en la lucha por el mármol, no es tanto la fidelidad al texto, que propende a convertirse en “patrimonio”, sino la captación del leitmotiv fundamental del mismo, la inserción de la vida en el arte y viceversa. La experimentación se convierte de esta manera en una parte esencial de la relación entre arte y vida.»
1.- Catedrático de Antropología Social de la Universidad de Granada, académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de España, premio G. Cocchiara a los Estudios Antropológicos.